El transporte en la selva peruana

Las motos y los coches se hacen sitio en el tráfico urbano de Tarapoto.
Un vecino del río Huallaga remolca un pequeño bote.
El tráfico en Tarapoto es intento durante las horas centrales del día.
Debido entre otros factores a su reducido peso y consumo, el motor peque peque es el más usado en las embarcaciones pequeñas.

En la selva de Perú, la geografía manda. Desde los asfaltos intermitentes de las ciudades de la selva hasta el curso casi infinito del río Amazonas, las rutas que conectan a sus habitantes son un testimonio de resiliencia y adaptabilidad. Aquí, los caminos no solo unen puntos en un mapa; son arterias de vida que transportan alimentos, mercancías, historias y sueños entre regiones tan contrastadas como Tarapoto, Yurimaguas o Iquitos.

La mayor parte de los vehículos que se ven en la selva peruana son motos y motocarros.
Un camión cruza el río Cumbaza en una zona poco profunda donde no hay puente.
Los remos son una buena forma de mover una embarcación pequeña cuando no hay prisa.
Durante las 15 horas que puede durar un trayecto en lancha rápida, lo único que queda es relajarse.

La Carretera Fernando Belaúnde Terry, una obra maestra que serpentea entre montañas y valles, se erige como el principal lazo entre la costa, la sierra y las profundidades de la selva. Esta vía se extiende por buena parte de la selva alta, cruzando paisajes que parecen cambiar a cada kilómetro. Aquí, los autobuses de larga distancia se llenan de familias, comerciantes y mochileros, mientras las combis, esas pequeñas camionetas que esperan llenarse antes de partir, cumplen un rol esencial en los trayectos cortos. Los camiones no se quedan atrás, transportando desde productos agrícolas hasta maquinaria, vitales para el comercio local.

Un combi con pasajeros se prepara momentos antes de partir hacia la carretera Fernando Belaúnde Terry.
El tráfico en la carretera Fernando Belaúnde Terry nunca para.
En cada viaje en combi o en carro, la gente aprovecha para conversar.
En la carretera siempre hay obras, y cada parada es aprovechada por las vendedoras ambulantes.

En las ciudades intermedias, como Tarapoto, los motocarros dominan el paisaje urbano. Estos vehículos de tres ruedas, coloridos y ruidosos, son el alma del transporte diario, llevando a todo tipo de personas por igual. Pero no solo la tierra conecta a esta región: desde el aire, decenas de aviones despegan a diario hacia Lima y otras ciudades, permitiendo que Tarapoto sea una puerta de entrada accesible a la Amazonía.

Tráfico de motos y motocarros en Moyobamba.
Un motocarro, también llamado motocar, lleva a varios pasajeros hasta Cacatachi, a pocos kilómetros de Tarapoto.
Un motocar sale del paradero con varios pasajeros.
Los aviones son uno de los principales medios de transporte en todo el territorio del Perú.
La garúa cubre Lima durante varios meses al año, dando un toque de dificultad a los aterrizajes en el aeropuerto Jorge Chávez.
Un avión inicia la carrera de despegue en el aeropuerto de Tarapoto. Una valla de alambres es lo único que separa la vía pública de la pista, a unos 65 metros de la calle.
Para llegar a Tarapoto desde Lima por vía aérea hay que cruzar la cordillera de los Andes, con picos que ascienden muy cerca de la altitud de crucero de los aviones de pasajeros.

Cuando las carreteras terminan, los ríos toman el relevo. En la selva baja, Yurimaguas se convierte en un punto clave donde las aguas del río Marañón marcan el inicio de travesías hacia comunidades remotas y hacia Iquitos, la mayor ciudad amazónica. Aquí, embarcaciones de todos los tamaños y velocidades se convierten en protagonistas: las lanchas rápidas prometen aventuras de pocas horas, mientras que los peque peque, pequeñas embarcaciones con motores rústicos, ofrecen una conexión más íntima con el paisaje y la cultura local. Los ferris, más lentos, son una buena opción para poder conseguir un pasaje más barato. Para cruzar ríos imponentes, las barcazas transportan desde camiones cargados hasta familias enteras, recordándonos que aquí el río no es una barrera, sino un camino.

Dos lanchas rápidas se disponen a salir desde Yurimaguas. Aquí se acaba la carretera, y quien quiere adentrarse en la selva baja tiene que hacerlo principalmente a través de los ríos.
Un ferri navega cerca de una pequeña canoa. Muchos barcos grandes reducen su velocidad ante embarcaciones más pequeñas para evitar que las olas puedan volcarlas.
Las lanchas rápidas permiten cubrir grandes distancias en unas pocas horas, dependiendo de las condiciones del río.
Como en los combis, cada vez que una embarcación atraca en un puerto, las vendedoras aprovechan para hacer su negocio entrando en las lanchas.
Una barcaza permite a los vehículos terrestres cruzar el río Huallaga sin necesidad de construir un puente.
Por la noche el transporte por río no se detiene.
Las limitaciones de peso en los botes pequeños parece no suponer un gran problema.
A pesar de la inmensidad de la selva amazónica, el sonido de los motores forma parte del entorno cerca de los ríos.
Un pequeño bote a remo es suficiente para alcanzar una buena zona de pesca en el río Yanayacu.
El capitán termina una ruta con el fotógrafo en el río Yanayacu.
Varios niños achican agua de una canoa en el río Yanayacu. Llegar aquí es literalmente imposible en un medio distinto al fluvial, ni siquiera un hidroavión o un helicóptero podría aterrizar aquí.
Una pequeña embarcación conocida con el nombre de «peque peque», debido al ruido que produce su motor, navega por la desembocadura del río Yarapa.
Varios vecinos de Comunidad Libertad reparan el casco de una embarcación en la orilla del río Ucayali.

Iquitos, aislada por tierra, es un mundo en sí misma. Sin carreteras que la unan al resto del país, la ciudad vive al ritmo de los ríos y los cielos. La práctica totalidad de las mercancías que se consumen en esta ciudad llegan a través de los ríos, llenando los puertos de estibadores cargando y descargando embarcaciones de todos los tamaños tanto de día como de noche. En el horizonte, las grandes embarcaciones que navegan el Amazonas contrastan con los pequeños botes que zigzaguean entre islas y comunidades. Este movimiento constante es la savia que mantiene viva la ciudad más grande de la selva peruana.

Un estibador porta una carga desde el barco hasta algún mercado.
La actividad es incesante en todos los puertos fluviales de la selva.
Más allá de la ciudad, en pleno corazón de la selva, prácticamente cada familia tiene su peque peque para todos sus desplazamientos.
Algunos barcos, ya en desuso, actualmente se usan como museos para que el turismo conozca más en profundidad las raíces de la vida en la selva.
Los autobuses urbanos de Iquitos, mejor conocidos por la población local como colectivos, en realidad son chasis de camión con una estructura casi íntegramente de madera para aliviar las altas temperaturas típicas de la selva.

El transporte en el norte de Perú es mucho más que un sistema logístico. Es un reflejo de la capacidad de los peruanos para adaptarse a su entorno, para crear caminos donde no los hay y para conectar mundos que, a simple vista, parecerían lejanos. En esta región, las carreteras, los ríos y el cielo no solo unen paisajes; entrelazan culturas, historias y modos de vida, recordándonos que en la selva peruana, cada viaje es, en esencia, una exploración.

Aunque se considera más un método de diversión que un medio de transporte, el rafting, conocido entre los peruanos como canotaje, puede ser la mejor forma de desplazarse a través de aguas turbulentas.
La población local usa principalmente la moto para desplazarse, debido a su comodidad, al bajo consumo de combustible y también, por qué no, porque es una buena forma de combatir el calor.
Un gran barco cargado de turistas atraca en la orilla del río Ucayali.
Cuando tiene que viajar toda la familia, casi cualquier medio de transporte es válido.